En la tarde del domingo pasado se descubrió que ocultaba el último cubilete del juego «Curiosity», un juego creado por Peter Molyneux padre de otros juegos muy famosos. Curiosity es un entretenimiento experimental colaborativo para jugar a través de dispositivos móviles.
Consistía en romper los pequeños cubiletes que formaban uno cubo en 3D más grande y ir limpiando de capas el cubo para ver qué hay tras romper el último cubilete. Por romper los cubitos se ganaban monedas imaginarias con las que se podían comprar objetos para romper más rápido y continuar ganando monedas. El cubo tenía diferentes capas de cubiletes que debían romperse todos para pasar a la siguiente capa.En total se han roto más de 25 billones de cubitos y casi un millón de personas activas se han conectado para jugar a este juego (casi 4 millones descargaron la aplicación gratuita en sus dispositivos móviles). Pero solo un jugador (el que rompiese el último cubilete) sabría que había dentro del cubo. En las propias palabras del creador:
Algo curioso se esconde en el centro del cubo. Requerirá la ayuda de todo el mundo romper las múltiples capas… Pero sólo una persona sabrá lo que hay dentro.
Al ganador, es Bryan Henderson de Edimburgo y será el protagonista del próximo juego de Peter Molyneux y además ganará un porcentaje de las compras que se hagan en dicho juego. Este es el vídeo que vio el ganador antes que nadie.
Pero lo que más me interesaba del experimento es la facilidad con la que ha motivado a millones de personas y la curiosidad que ha generado el juego.
En la educación debemos aprender de estrategias como esta para hacer de la motivación, la curiosidad y la experimentación un motor para el aprendizaje (no es la primera vez que hablamos de la gamificación como metodología). Sobre todo en la formación reglada y la no formal para potenciar el aprendizaje autónomo, ya que en la formación más informal nuestra motivación suele ser intrínseca.
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