Hace un tiempo terminé un curso muy interesante en formato mooc. Como en otras plataformas se implementó un sistema de logros que estaba vinculado a diferentes acciones. Según las acciones vas ganando puntos que «acreditan» tu participación y nuevos conocimientos, todo un sistema de gamificación. Por ejemplo compartir enlaces, hacerse amigo de otros, valorar los recursos, comentar y contestar comentarios…
En principio una buena idea para fomentar la participación de los 300 alumnos aproximadamente que tenia el curso. A los dos días me di cuenta que muchas personas ya tenían más de 200 puntos y que eran casi «expertos» en la materia.
Cual fue mi sorpresa cuando pude comprobar que gran parte de ese alumnado había empezado a conseguir «puntos» haciendo comentarios sin demasiada importancia, haciendo amigos sin ton ni son o compartiendo recursos poco «curados».
Una de las cuestiones que hay que tener en cuenta es que estos comentarios hacían que cada recurso tuviese entre 150 y 300 comentarios que era bastante complicado de seguir y leer.
Tal fue la avalancha de acciones para conseguir puntos que la propia universidad tuvo que especificar que los puntos no equivalían a una acreditación formal y que al ser un curso en formato abierto no habría acreditación alguna.
Esta anécdota me hace pensar que muchas personas todavía creen en la formación reglada y formal como la única fuente de aprendizaje cuando la gran mayoría de sus conocimientos los hemos adquirido en ambientes informales o ecologías de aprendizaje (como dice Malhotra o Siemens).
En la actualidad estoy trabajando en la implementación de nuevos sistemas de evaluación de competencias en el ámbito informal. Una de las cuestiones que estamos barajando es la de utilizar los logros como parte de estos sistemas. Así que habrá que definir muy bien los logros, explicar en qué consisten y valorar con que acciones y con que criterios.
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